Festival virtual «Recuperamos la vida»
Nuestras compañeras de Actoras de Cambio de Guatemala acaban de celebrar el festival virtual «Recuperamos la vida». Se trata de ocho piezas sobre las historias de vida de mujeres valientes que recuperaron la vida después del genocidio en sus comunidades y la violencia sexual en sus cuerpos. Ellas nos dan claves importantes para juntas defendernos y prevenir la violencia sexual.
Carlota: Jun Roq Ha’ Xo B’eek Chaq Wi’ (Un arroyo es el camino que trajimos)
Un historia de una mujer maya q’eqchi’ ante las atrocidades de la guerra, su lucha contra la violencia sexual y la resignificación del pueblo q’eqchi’. «Queremos justicia, no podemos hacer justicia solas, sino juntas, lo podemos hacer y entre todas también contar más historias».“Viví en San Pedro Carchá, ahí crecí. Cuando estuvimos con mi mamá éramos pobres pero mis padres nos hicieron crecer. Ellos se quedaban en la casa con nosotros porque trabajaban en la finca de café Chikixjin(…)”
Dorotea
Es una mujer q’eqchi’ de Seanahú, Alta Verapaz. Su historia relata el trabajo para buscar los medios de vida: la leña, la siembra, el agua. Cuenta como las ceremonías mayas eran parte de su vida para agradecer por todo lo que tenían, “para tener luz en la vida”. A los 14 años la juntaron con su esposo, sin conocer cómo funcionaban las relaciones. En la comunidad se organizaron por la tenencia de la tierra. En 1980 llegó el ejército a su comunidad, quemó todo. Dorotea dice, “cuando contamos nuestra historia, estamos limpiando nuestro corazón”. “La montaña y la finca de café. Yo ahí nací en una parte de Senahú. Cuando tenía diez años cuidaba a mis hermanitos cuando lloraban, tenía que bañarles y lavar sus ropas porque mi mamá estaba trabajando. A veces jugaba con las demás niñas contando las hojas y decíamos que era dinero.”
Jesusa
Cuando era niña asistió a la escuela, en donde la obligaban hablar el español, ella quería estudiar en su idioma, el popti’. Prefirió quedarse en su casa, trabajando. Vivió una violación sexual colectiva por parte del ejército de Guatemala. Tuvieron que dejar su comunidad. Relata cuando empieza a involucrarse en la red de mujeres a exigir justicia al Estado. Aprendió que la vergüenza es de ellos. “Vivo en la aldea El Limonar de Jacaltenango. En mi familia somos cinco hermanas mujeres y cuatro hombres. Recuerdo que cuando yo era pequeña salíamos a pasear con mi familia el día domingo de Semana Santa y jugaba con mis hermanas con juguetes quebrados, porque no había otros.
Beatriz
“Cuando uno baila con el maíz, el maíz se siente alegre”. Beatriz es de San Martín Jilotepeque, en su historia de vida cuentalo que significa ser una niña, mientras se busca los medios de subsistencia y la celebración de la cosecha junto a la familia. Relata los cambios en su cuerpo y los consejos recibidos por parte de su abuela, mamá y sus tías. Describe como vivió la guerra y el terror en su comunidad y en su cuerpo, así como su proceso de sanación cuando decidió unirse a la red de mujeres. “Siempre he vivido en San Martín Jilotepeque. No conocí puramente a mi papá pero lo sueño y me habla, le miro su cara, y aunque ya no recuerdo cómo era su carácter y ya no lo conozco en mi ojo, sé que es él el que viene a mi sueño y está conmigo.
María
“Cuando amanece y cuando cae la tarde” María cuenta su historia junto a su familia, la violencia que ejercía su papá y las decisiones de su mamá para cuidar a todas sus hijas e hijos. Al separarse ellos dos, María se fue con su papá. De niña soñaba que volaba. Se casó y tuvo una hija y un hijo. Un abuelo le comentó que tenía el don de cuidar y pidió permiso para ser comadrona, “cuidar enfermos es mi trabajo”. Durante la guerra, vivió la violencia sexual por parte de soldados. Siguió trabajando como comadrona para su comunidad. “Soy de la comunidad Patoquer de San Martín Jilotepeque. Cuando estaba en el vientre de mi mamá, a ella le daba dolor de cabeza y náusea. Hasta a los cinco meses comenzó a comer otra vez y cuando llegó a los nueve meses, me dio a luz.”
Carmela: Tu’n Telqe Jun Majtl Anq’ib’il (Empezar a vivir)
Nació en Colotengo, Huehuetenango. Nos cuenta la relación con su abuela y cómo vivieron la guerra en su comunidad. Cuando ésta terminó estudió y devolvió esos aprendizajes, enseñando a otras, a las abuelas de la comunidad. Siembra café y quiere un terreno para construir su casa. En los grupos de mujeres contó lo que sucedió durante la guerra y sintió que al contar su historia está ayudando a que no vuelva a suceder. “De mi vida de niña recuerdo que jugaba junto con otros niñosen el campo o donde estaba la casa; ahí había bastantes patojos hijos de mis tíos y de otro señor. Cuando éramos chiquitos no nos ponían a hacer trabajo pesado, sólo jugábamos y no nos importaba nada.