La reparación de la violencia sexual más allá de las fronteras

“El crimen contra las mujeres es según el patriarcado un crimen menor, un crimen libidinal. Por tanto, ese crimen no se disuelve con la justicia estatal, sino que se desarma en la comunidad desarticulando el mandato hegemónico de masculinidad.”
Rita Segato- Encuentro CCCB 2018 Barcelona

“El movimiento feminista abre de nuevo la idea de justicia. Tanto para la discusión con la justicia patriarcal, como por el desafío de pensar que otros tipos de justicia se hacen posibles, deseables, imaginables, en cuestiones que tienen que ver con abusos, acoso y violencias machistas ¿Cómo se piensa una reparación que no es puramente institucional?, ¿Cuál es el vínculo entre injusticia y condena social?” Verónica Gago

https://www.elsaltodiario.com/feminismos/veronica-gago-ni-una-menos-argentina-femenicidios-internacionalismo

Señalar a los agresores, uno a uno

Sí. Es muy importante porque se necesita revertir el mecanismo social que hace recargar la culpa, la vergüenza y el terror sobre nosotras, sobre las que lo denuncian. Es muy útil que el que comente el crimen asuma socialmente las responsabilidades y la vergüenza porque ayuda a sanar. Pero, ¿cómo hacemos ese tipo de sanción? ¿Desde lo legal? ¿Desde lo comunitario? ¿Desde lo colectivo? ¿Desde dónde? En cualquier caso, señalar sólo al agresor no es suficiente. Si individualizamos la responsabilidad, que es la lógica que se sigue con la cárcel, obviamos lo que implica en términos sociales. ¿Y las sentencias supuestamente paradigmáticas? ¿Qué eficacia tienen? ¿Tienen un impacto político suficiente para transformar las relaciones de poder? Las relaciones de poder cambian cuando construimos nuestro propio poder, individual y colectivo como mujeres, cuando somos capaces de afirmar nuestra verdad y poner límites a los agresores. Eso implica un trabajo de organización política muy grande, que va mucho más allá que la denuncia, de las leyes o de la vía penal.

https://www.pikaramagazine.com/2019/02/amandine-fulchirone/

Mas allá del odio

“No quiero un feminismo del enemigo, porque la política del enemigo es lo que construye el fascismo… cuidado con las formas que aprendimos de hacer justicia desde lo punitivo, que están ligadas a la lógica patriarcal”.

Rita Segato

 

 

Hablar de violencia sexual es fundamental, pero, ¿qué haces con tanto dolor? ¿Qué hacemos con tanta rabia? ¿Cómo construimos a partir de ahí? Necesitamos volver a encontrarnos en comunidad para elaborar lo que tengamos que elaborar, politizar lo que tengamos que politizar. Nombrar es una cosa, sí, pero luego tenemos que trabajar nuestra memoria de violación sexual: ¿Qué ha dejado en nuestra vida? ¿Qué creencias nos ha instalado? ¿Cómo nos relacionamos desde entonces? ¿Cómo volvemos a estar bien con nosotras mismas? ¿Cómo volvemos a confiar? ¿Cómo volvemos reconstruir el poder sobre nosotras? Poder que tampoco sé si un día tuvimos. Cuando digo que “tenemos que volver a poner cuerpo” no me refiero a exponernos, sino a trabajar en términos de memoria corporal. Si no trabajamos las heridas que nos deja la violación sexual no hacemos nada más que vomitar…, y nadie quiere escuchar vómitos. Nadie. Tenemos razones para odiar y necesitamos espacios para elaborarlo, para sacarlo, pero hay que reconocer también que nos estamos relacionando desde el odio, desde el resentimiento, desde el asco que nos da este mundo.

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La libertad femenina

La violación es grave y te deja huellas, pero esas huellas las podemos atravesar. No somos esas que jamás vamos a poder levantar cabeza porque han sido violadas. El objetivo de la violación sexual es aniquilarte, quitarte el poder, que vivas humillada toda la vida, que vivas a escondidas o gritando mucho, pero no transformando nada. Hay un cuento maya muy bonito que habla de la libertad. Hemos sido educadas para ser camellos, cuenta, para seguir y someternos. Un día, un camello se despierta y se ha convertido en una pantera. Está a la defensiva, grita. Es lógico, hay que pasar por ahí, es la pura rabia. No lo entiende. Y la rabia te da fuerza. Pero luego hay un paso más, que, en mi opinión, tenemos que dar todavía en el movimiento feminista: la libertad. La libertad pasa por saber que tú puedes usar la pantera cuando lo necesitas porque tienes todas las opciones. No solo dos. La libertad es también el águila, es abrir las alas y no estar permanentemente pendiente de lo que pasó.

En algunos feminismos, estamos muy atrapadas en darle mucha fuerza y mucho poder a la víctima. ¡Y claro que es importante reconocer el daño! No digo que no sea importante, pero no podemos hacer política solamente desde ahí. Necesitamos una política que nos llame a crear nuevas cosas, a generar cambios de verdad. No hablar de libertad, practicar la libertad. No hablar de cura, sino curarnos. No hablar de paz, sino relacionarnos desde ahí.

Trabajar las dinámicas emocionales que hay también en nuestros espacios aunque no lo queramos reconocer. Hay que reflexionar porque, colectivo tras colectivo, nos rompemos alrededor de las mismas heridas: “No me escuchas”; “No me reconoces”; “No me quieres”; “Me has levantado la voz y eso quiere decir que no me quieres”… Tenemos que nombrar, conocer y trabajar esas dinámicas. La apuesta de Actoras, seguramente de muchas otras colectivas, es aprender a volver a mirarnos a los ojos, para poder construir un poder colectivo, real, que no se tumbe por represalias, amenazas, pero tampoco por diferencias entre nosotras. A eso lo llamamos política de reconocimiento, amor y sanación entre nosotras.

 

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'Los testivales de la memoria'. Actoras de cambio

Decidimos trabajar en la clandestinidad para hacerlo más tranquilas, pero tres o cuatro años después las mujeres quisieron hacerlo públicamente. Tuvimos que reflexionar sobre qué quería decir eso: ¿Qué queréis que se sepa? ¿En qué condiciones? ¿Con qué voces? Al principio quisieron que hablásemos en su nombre, pero la historia no tendría el mismo peso si no era contada por ellas. Sus voces, además, iban a permitir que sus hijas, sus nietas y nietos pudieran aprender de los errores. Empezamos a organizar los ‘Festivales por la memoria’. Queríamos contar lo que había pasado, pero no desde el dolor, sino todo lo contrario: con mucha claridad política. Necesitábamos señalar responsables y crear conciencia porque la violación sexual es un crimen, que no se iba a permitir otra vez. Estas mujeres, que habían sido estigmatizadas, rechazadas, consideradas parias por haber sido violadas, acabaron por convertirse en referentes.

Es un proceso terapéutico que se vincula a un proceso de organización política. El trabajo de sanación implica un trabajo que lo integra todo: el pensar, el sentir y el hacer. Trabajamos las creencias que nos han inculcado a partir de la reflexión sobre la experiencia propia.

SOM HEROïES - Tamaia

TALLER DE ESCRITURA TERAPÉUTICA PARA MUJERES EN SITUACIÓN DE VIOLÈNCIA MACHISTA.

DECIR LA VIDA Y EL MUNDO: UNA PRÁCTICA DE REPARACIÓN DE LAS MUJERES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA MACHISTA.

“Parece que la profesión de la literatura es diferente a todas las demás. Es una profesión que carece de cabeza visible; no hay un decano, cual ocurre en la suya; no hay una corporación oficial con el poder de dictar normas y de hacerlas cumplir. No podemos impedir la entrada de las mujeres en las bibliotecas, ni prohibirles comprar papel y tinta, ni dictar una norma en cuyos méritos solamente los individuos de un sexo puedan utilizar las metáforas; (…) Tan inconcebible es la libertad imperante en la profesión de las letras que cualquier mujer…