Violencia sexual: dimensión simbólica e impacto en la vida de las mujeres.
La violencia sexual condiciona como las mujeres colocamos el cuerpo en el mundo, una realidad que pide espacios de reflexión y de compartir estrategias de transformación de la práctica profesional.
Compartimos un resumen de la formación realizada por Suds, con la colaboració de Actoras de Cambio, a profesionales del ámbito de la violencia sexual hacia las mujeres.
Explicar, en el sentido de llegar a comprender, qué es la violencia sexual, es un reto incómodo. Así pues, pensar una sesión de formación para profesionales bajo el título “Violencia sexual: dimensión simbólica e impacto en la vida de las mujeres” ha sido un proceso de aprendizaje significativo también para nosotras, las docentes. La incomodidad que experimentamos cuando nos aproximamos y exploramos la violencia sexual radica en la activación de los procesos de identificación que se movilizan. En los contextos formativos, a veces, se establecen conexiones que nos llevan a resituar y significar las propias vivencias. La violencia sexual está integrada en los comportamientos cotidianos y su reproducción se articula a través de la minimización y la naturalización: chistes, canciones, videojuegos, publicidad, literatura, revistas, caricaturas, titulares de prensa, películas e incluso, conversaciones cotidianas de las que participamos.
De hecho, la observación insidiosa y permanente, a través del comentario gratuito y del juicio sancionador del cuerpo de las mujeres, es una de las estrategias más poderosas de la violencia sexual, porque nos habitúa a un contexto de hostilidad que es difícil de percibir pero que tiene una afectación muy grande en la vida de las mujeres: condiciona nuestra propia subjetividad, limita la libertad para decidir sobre nuestro cuerpo y nos impide la posibilidad de ir y venir sin sentir miedo. De aquí que se haya hecho mundialmente famosa la frase: “Cuando vuelvo a casa quiero ser libre, no valiente.”
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